15 de octubre de 2013

Una visión europea de la novela

Kundera no es sólo un destacado novelista, es también un apasionado teórico de la novela. Sus cuatro ensayos publicados giran en torno a temas, ideas y autores similares: El humor en la novela, la modernidad, la distinción entre la historia y la historia de la novela, la música, Kafka. Los testamentos traicionados, publicado hace más de veinte años y cuyo título cautiva antes de comenzarlo, no difiere del resto en eso. Es ante todo una recopilación de malentendidos sobre obras y artistas que han lastrado su comprensión durante generaciones hasta, en muchos casos, la actualidad, haciendo que aún no podamos desprendernos de esas primeras ideas equivocadas con las que fueron interpretados. La voluntad del autor queda traicionada, sometida a la revisión de quienes no lo entienden y cambiada precisamente en aquellos aspectos más innovadores por ser estos los más fácilmente incomprendidos. 

Ilustración: Pablo Picasso.
Los ejemplos de Kafka, Gombrowicz o Janáček ilustran lo difícil que resulta una comprensión cabal del arte más innovador de su tiempo, incluso por quienes son afines y amigos de los artistas, y cómo a veces los defensores de los esquemas más convencionales y trillados se afanan en agrios ataques contra quienes escriben o componen distinto a los maestros consagrados. Los tópicos de los primeros exégetas se pegan entonces a la obra, se fiscaliza el trabajo de los artistas desde el punto de vista de sus vidas y las traducciones campan llenas de errores relevantes para su comprensión. Si encima se ha nacido en una pequeña nación europea, la posibilidad de quedar barrido por el desconocimiento es aún mayor, ya que según Kundera la fuerza del nacionalismo en esos países es más aplastante y cualquier intento de creación artística de trascendencia está sometido al juicio del terruño. 

La mirada de Kundera sobre la novela no es exclusivamente europea en el sentido académico de abarcar la producción del continente ni ceñirse sólo a ella, Carlos Fuentes y García Márquez aparecen en sus ensayos, pero según él lo distintivo de Europa es producto de la novela, y son los europeos, o por lo menos algunos de ellos, quienes la parieron para el mundo, gestándose sus orígenes primero en Italia, luego la novela picaresca y la gran culminación cervantina en España, el salto a Inglaterra en el XVII y XVIII en donde imitaron y desarrollaron el modelo humorístico español aquí despreciado, después el paso a Francia durante el gran siglo XIX de su novela y finalmente a la Europa central, como los lugares en los que, cronológicamente, se dieron la mayoría de los avances técnicos más importantes que marcaron la historia de la novela.

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