15 de enero de 2014

Pasión por pensar

Recientemente se ha publicado completa la entrevista concedida por Susan Sontag a la revista Rolling Stone que salió en febrero del 79. Sontag acababa de publicar Illness as a Metaphor y un año antes On Photography y el libro de cuentos I, etcetera, de los que se habla profusamente en esta entrevista realizada por Jonathan Cott, quien la conoció como alumno cuando ella era profesora de la Universidad de Columbia en los años 60, y que transcurrió entre París y Nueva York a lo largo del 78. Ante todo se respira pasión por pensar, por los libros y por el arte en todas sus manifestaciones. Para Sontag el arte y los libros no son sólo una evasión, son una forma de acercarnos al mundo, de ser y estar en él, y por tanto de trascendernos a nosotros mismos. Escribir le hace sentirse más atenta a lo que la rodea, mirar fuera de sí. Y pensar no es una opción, ya que si no lo hacemos nos vemos arrastrados por multitud de clichés. 

Son muchos los temas que se tratan en esta conversación, pero estos no están centrados, como sus recopilaciones de ensayos, en escritores y artistas a quienes admira, sino en sí misma, ofreciéndonos la perspectiva de la génesis o explicación de sus ideas. Es cierto que Leni Riefenstahl, Paul Goodman, Nietzsche, James Joyce o Roland Barthes aparecen mencionados como ya lo hicieron en Against Interpretation o lo harán posteriormente en Under the Sign of Saturn, pero ya no para hablar sobre ellos sino para ejemplificar reflexiones relacionadas con su experiencia. Sin embargo, una buena parte de esta conversación está dedicada a la enfermedad, cómo la vivió, por qué y cómo se puso a pensar sobre ella y el sentimiento de culpa que suele acompañarla. De ese sufrimiento surgió una solidaridad más profunda hacia los enfermos y un libro que no sólo tenía vocación de verdad sino también de ser útil y ayudar a los demás. 

También habla de las categorías que intenta derribar, categorías interpretativas claro, que nos imponen más anteojos que las diferencias propiamente existentes en ellas, inundándolas de tópicos, como las distinciones en las costumbres y formas de pensar entre hombre y mujer, las convenciones sociales relativas a viejo y joven o la distinción entre pensamiento y sentimiento, que ella considera la base de la visión anti intelectual, asociada al impulso fascista y sus tics irracionales, que puede encontrarse tanto en la izquierda como en la derecha política y que ya le sorprendió en algunos representantes de las protestas de los años 60 con quienes compartió su lucha contra la guerra de Vietnam. Susan Sontag, como todo verdadero pensador, es difícilmente clasificable, aunque todos se precipiten a hacerlo, y quizá una de las cualidades que más la defina sea nada más y nada menos que su curiosidad.

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